El milagro de mi papá.

Hace no mucho tiempo, siendo más precisa en febrero de este año, mi papá hizo un milagro, la historia es real aunque cueste creerla, de hecho yo estaba ahí y me juego mi credibilidad como futura periodista, afirmando que "todo esto es verídico".
Era un verano muy caluroso, típico día sábado en Chimbarongo (mi ciudad natal), donde el panorama comunal es ir a la feria para intentar surtirse de las frutas y verduras para la semana, transitando por una estrecha calle rodeada de puestos donde además de aguantar empujones, rodillazos, guaguas mañosas y niños llantomanipuladores, los feriantes te gritan sus ofertas a todo pulmón y si ese día te levantaste con el pie izquierdo puede que te resbales en alguna cáscara o fruto putrefacto (porque es una feria ahí no hay basureros y nadie limpia hasta que se termina toda esta parafernalia semirural).
Mi papá, lucra de este mundo sabático chimbaronguino, este es el día en que sus ventas son mayores, pues su negocio de bazar y fotografía queda a dos cuadras de la feria y frente a uno de los tres supermercados de la comuna. Él es una caballero un "socialista ediondo", como le digo con mucho cariño, debido a que el socialismo le dura hasta que atraviesa la puerta de nuestro hogar y de ahí se convierte en una dictador autoritario. Un ejemplo claro de esto fue lo que ocurrió en este día, donde después de haber realizado una grata sobremesa, se levantó enérgicamente diciendo -¡Se paran y se visten bien porque me tienen que ayudar en el negocio y hoy hay mucha gente que atender!-, a lo que nosotros como familia unida respondimos-como siempre-tirándonos la pelota de unos a otros- ¡No!, que vaya este (a) que tiene más tiempo, yo tengo que...(excusa correspondiente porque los sábados en Chimbarongo, nadie tiene que hacer nada)-, la cosa es que pasaron cinco minutos y tres llamados militares que fueron subiendo de tono, hasta que accedimos y en patota nos subimos al auto.
Llegamos al local ubicado en una pequeña y maltratada galería comercial, mi papá muy entusiasmado se bajó del auto, subió la cortina con un poco de dificultad ante nuestras miradas pasivas y comenzó a darnos las respectivas instrucciones: Bernarda (mamá) barre, Natalia (hermana del medio) prende las luces de la vitrina y limpia, Alejandra ( hermana mayor) prende el computador, ve si la cámara está cargada y hace tres tarjetas que son para mañana, mientras llega gente y Darío ( hermano menor) tú...Ayudame a sacar los muestrarios.
Y así, todos obedesimos a papá porque él es el hombre, él nos mantiene y por eso hay que hacerle caso, pasó aproximadamente una hora, ya habíamos terminado nuestras tareas y procedíamos a descanzar, cuando ingresó la primera clienta de la tarde, la observamos y papá la atendió- muy buenas tardes señora, dígame en que puedo ayudarla-a lo que ella respondió aletiando como pájaro en peligro, todos quedamos extrañados de su particular forma de expresarse, más bien de su intento por comunicarse, posteriormente al darse cuenta de que no le entendíamos nada, la señora sacó un montón de papeles de su bolsó, se los entregó a papá, él los recibió amablemente y comenzó a leerlos en silencio mientras todos lo observábamos expentantes detrás el mesón de atención, al terminar dijo, pronunciando muy lentamente y mirando fijamente a la señora - señora, yo entiendo que usted sea sordomuda y que necesite mi cooperación, pero no han venido clientes, por lo tanto no tengo dinero el caja y se me hace muy sospechoso una colecta justo hoy, pues según me consta estas son los martes , además en este ultimo mes ha pasado mucha gente pidiendo y esto me huele a cuento, a lo que la señora milagrosamente respondió ¿No cree?.

Aquí está el testimonio, ¡mi papá hizo un milagro!, así como Jebús hizo que un ciego de nacimiento recuperara la vista, mi papá hizo hablar a una sordomuda ¡Es increíble!